domingo, 13 de marzo de 2011

día 50 - el final

Viernes 11 de marzo de 2011
En un avión sobre el continente americano

Desde el país que está más a su norte al que está más a su sur, estoy en un avión que sobrevuela Latinoamérica. 10mil metros abajo hay plantas y sueños de todos los colores.

En unas horas, cuando esté en casa, este viaje estará terminado. Entonces podré decir: yo estuve allí.

jueves, 10 de marzo de 2011

día 49 - Oaxaca


Jueves 10 de marzo de 2011
Oaxaca (uajáca)


El último día de viaje anuncia lo que se viene: empiezo trabajando en una traducción. El cielo de Oaxaca amenaza lluvia, pero finalmente se queda en amenaza. Hace frío, más ahora a la noche. Un largo día visitando museos -excelentes-, iglesias barrocas, mercados, y recorriendo las pintorescas calles de la ciudad, que al llenarse de gente pierden en gran medida su gracia, lo cual me hace entender por qué a muchos viajeros no les gusta.

El Museo Nacional de las Culturas es otra gran muestra de la excelencia museográfica mexicana. El último "zócalo" que veré es desde un expresso con muffin de plátano de la Italian Coffee Company.

A la 1 de la madrugada sale mi bus al DF, donde llegaré tras 6 horas de viaje. De allí, directo al aeropuerto, a esperar más, para abordar a las 14h mi vuelo a Buenos Aires, con conexión en Lima.

Compras de supermercado, para variar: mayonesa con chile, "tang" de horchata, queso untable con jalapeño, mole, chocolate auténtico (de la cuna del cacao), mezcal...

Conseguí los banderines. La mochila explota.

miércoles, 9 de marzo de 2011

día 48 - Oaxaca


Miércoles 9 de marzo de 2011
Mitla - Hierve el Agua - y otras cositas más

Primero está la naturaleza. Luego los indios, con los elementos que de esta extraen, erigen palacios y templos. Mucho más tarde, llegan los españoles, que destruyen las construcciones de los indios para, con sus materiales, construir sus iglesias y monasterios. 500 años después, firmas internacionales instalan hoteles boutiques en los monasterios. Esta es una enseñanza que el viaje me ha proporcionado.

Mitla fue el décimo y último sitio arqueológico del viaje, el más pequeño, pero el que tuvo el mejor guía. Su gran valor es un palacio con exquisita decoración a base de encastre. Hierve el Agua, lugar de curioso nombre, es un área de cascadas petrificadas, como si uno viera un video con una cascada y pusiera pausa. Impresionante. Luego vimos hacer unos tejidos cuya lana es teñida con pigmentos extraidos de plantas e insectos. Algunos ejemplares están, inclusive, en el Met. El pueblito donde se hacen es Teotitlán. La cuna del mezcal ofreció explicación y cata.

Almuerzo buffet de proporciones bíblicas. Oaxaca tiene muchas montañas, y más colores.

día 47 - Oaxaca


Martes 8 de marzo de 2011
Oaxaca - Monte Albán

Hoy fue un auténtico día mochilero: pocos planes, buenos resultados, amistades en el camino y búsqueda de precios.

Bajé del autobús en la ciudad de Oaxaca a las 7 de la mañana. Sin saber dónde alojarme, decidí preguntar cómo llegar al Zócalo, para sentarme allí y mirar la Lonely Planet. En el camino a través de las vacías y hermosas calles de la ciudad, detecto a dos mochileros que miraban un mapa con cierto aire de desconcierto. Me acerqué a saludarlos. Matías es argentino y buscaba el hostel donde había reservado. La chica era yanqui y buscaba un ciber para chequear la dirección de la persona que la iba a alojar. Sugerí que fuéramos los tres al hostel de Matías, ahí yo le prestaba mi netbook a la yanqui y, si había lugar, me quedaba ahí.

La Casa Ángel resultó ser un hostel impecable y muy bien atendido, con excelentes camas y desayuno. Despedidos de la yanqui, me fui con Matías a desayunar al Zócalo y en el camino empezamos a averiguar para una excursión para mañana. Caminando, pasamos desde USD 30 a USD 25, a 20 y terminamos reservando por USD 18.

Luego, nos fuimos al sitio arqueológico de Monte Albán, por nuestra cuenta, el mayor sitio zapoteca que existe. En el bus de ida conocimos a dos mendocinos, Marcos y Edgardo, que están haciendo el mismo viaje que yo, pero al revés. Pude, entonces, transmitirles mi decantado de experiencias y consejos.

Si bien Monte Albán pierde con muchos de los sitios arqueológicos visitados, Oaxaca gana como ciudad más linda.

Mis compañeros de cuarto son canadienses, de los más simpáticos y agradables compañeros que me hayan tocado.

El staff del hostel tiene “pasantes”, gringos que estudian español acá y que deberían demandar a su instituto. Le pregunté: “¿Dónde puedo cambiar plata?”, y me respondió: “En el baño”. (?)

martes, 8 de marzo de 2011

día 46 - Oaxaca


Lunes 7 de marzo de 2011
Dejando el Pacífico rumbo al último destino


Anoche no lograba cerrar bien el mosquitero y ya veía una barba amarilla en mi cama –como mínimo-. Las olas del mar no me dejaron dormir. Escuché un aleteo y estoy seguro que era un murciélago. El calor es agobiante y no hay sombra en ningún lado. No hay aire.

Paso las últimas horas en la playa y luego me preparo para salir hacia Pochutla, para ahí tomar el bus a Oaxaca.Todo eso representa casi 5 horas de espera.

He cumplido mi cuota de amistad con la naturalez y con la paciencia.

domingo, 6 de marzo de 2011

día 45 - Oaxaca




Domingo 6 de marzo de 2011
Mazunte

Nada nuevo bajo el sol.

día 44 - Oaxaca





Sábado 5 de marzo de 2011
Mazunte


Sorprende a la noche un festival de circo, con malabares. La gente se pasa de hippie. La experiencia de dormir casi al lado de la playa es sublime, pero las olas son tan estruendosas que a veces uno se despierta. La comida tarda una eternidad porque la hacen de cero (y se ve desde la mesa que están empanando la milanesa que se acaba de pedir). La playa está todo el tiempo a la vista. El calor es insportable, a no ser por los baños de mar. El Pacífico es un oceano raro, donde lo encuentres.

viernes, 4 de marzo de 2011

día 43 - Oaxaca



Viernes 4 de marzo de 2011
Posada del Arquitecto. O mejor, Mazunte.

La costa del estado de Oaxaca es una sucesión de bahías y ensenadas con playas paradisíacas sobre el Pacífico, la mayoría solitarias, poco explotadas, bohemias. El clima es veraniego todo el año, casi sin lluvias. La idea original era hacer base en Mazunte para luego desde aquí ir a conocer cada día de estancia un lugar diferente. Pero apenas llegar he decidido vegetar cuatro días aquí sin moverme.

Mazunte es un pueblo muy pequeño, de ranchitos y casitas bajas, dispuestas hacia dos playas en forma de herraduras pequeñas. Es un paraíso que supera cualquier otra playa que haya conocido. La arena es dorada y el mar verde, de temperatura templada a fría, ideal para refrescarse del calor infernal. Las playas están rodeadas de montañas y el mar está salpicado de promontorios rocosos. Sobran palmeras por todos lados. Las olas son del tipo heavy metal, que te dejan en posición contorsionista con la malla colgando del dedo gordo del pie en la orilla. Pero todo esto no es lo más interesante, sino el lugar donde me hospedo, la Posada del Arquitecto.

Es difícil describir el lugar. Es una posada montada sobre un pequeño cerro que se mete al mar, con caminitos de piedra blanca y cabañas salpicadas por todos lados. En la planta baja hay un restaurante y una confitería, ambos frente al mar. Demás está decir que el estilo es totalmente rústico. En la cima del cerro está el “dormitorio” común, que es un playón a cielo abierto, con camas colgantes protegidas por techos de paja, con vista panorámica del océano, a unos 100 metros de altura. La sensación que hoy a la noche voy a tener es la dormir escuchando el estruendo del mar, al aire libre, protegido por una red mosquitera que hace parecer el lugar una toldería en el desierto del Sahara. Hay también clases de yoga, y los huéspedes van de cuasi hippie a hippie extremo. Para agregar color, este fin de semana hay en Mazunte un encuentro de circo, lo que hace que haya gente ensayando malabarismo por todo el hostel y la playa.

Lo más curioso es el baño. Está construido de manera tal que desde la “posada” tiene paredes y nadie te ve, pero del otro lado no tiene pared (salvo un metro) y al sentarse en el inodoro uno tiene una vista panorámica de la playa. Desde allí nadie te puede ver porque hay árboles que tapan la visión.

El "arquitecto" es un francés de sesenta años que oscila entre el buen y el mal humor, y que trabaja en malla, descalzo, y evidentemente ha sido el constructor de esta versión cabopolonense de Casapueblo.

Claramente, aquí se trata de vivir en la playa. La decisión tomada es no conocer ningún otro lugar, no bañarme (tan sólo una ducha para sacarme la sal) y hacer nada. El hospedaje cuesta USD 7 y con otros USD 20 puedo hacer las cuatro comidas, así que estos serán cuatro días de vacaciones dentro del viaje.