domingo, 23 de enero de 2011

día 02 - Ciudad de México


Sábado 22 de enero de 2011

San Ángel - Coyoacán

El cuarto “Cancún”, al cual me he cambiado hoy, tiene agua razonablemente caliente y lockers. Los roomies son muy entretenidos, hoy mismo somos dos mexicanos, dos yanquis y un catalán. La plática se extendió hasta las 2am. Un yanqui –Florentino-, el catalán –Albert- y yo somos psicólogos. Casualidades.

He pasado el día en las colonias de San Ángel y Coyoacán, es decir, la entrada del menú fue un plato fuerte. Ambos barrios me resultaron encantadores. Visité la Casa Azul, donde vivieron Frida Kahlo y Diego Rivera, y también la casa donde mataron a Trotsky. Todo eso en compañía de la más selecta, Lilo, Valeria y Maia. Lilo es mi alumno virtual, argentino, que vive acá hace 8 años. Valeria, su esposa y Maia, su hija de dos años y medio. A modo de bienvenida, me pasearon todo el día y me invitaron con el almuerzo y la merienda.

El mercado de San Ángel me ha impresionado por la calidad, variedad y novedad de sus artesanías. Para construir una habitación especial en casa y llenarla con TODO lo que allí se vende. Muy turístico pero, sea, maravilloso.

El almuerzo fue en un simpático restaurante de Coyoacán, barrio al que fuimos después, donde probé el mole poblano, que resultó tener un sabor muy peculiar. Me gustó, pero sin provocarme fanatismo. Diría que representa un concepto gastronómico que por las pampas no tenemos, pero que sí he visto en Bahia: la salsa como plato principal. El calor de la tarde fue mitigado con unas micheladas, cerveza con limón y sal en el borde.

Visitar la casa de Frida sólo podría compararse a visitar las casas de Neruda en Chile. La cocina me impactó por su belleza, hubiera querido tirar un colchón y quedarme a vivir ahí.

Lilo y Valeria fueron sumamente hospitalarios. Es interesante intercambiar ideas con compatriotas que ven a Argentina desde afuera, y más si son inteligentes como ellos. La vida tiene esos recodos tan felices, el trabajo –algo que me desagrada tanto- no obstante lleva a conocer gente y a posibilitar viajes, y redundó hoy en ser recibido en esta ciudad tan grande y tan anónima de manera cálida y cercana. Gracias Lilo y Valeria, y la pequeña Maia (no la olvidaré entrando a la iglesia de Coyoacán y diciendo “Qué ostentación!”). Ahora me doy cuenta de que no nos hemos sacado ni una foto juntos.

El rozole es una de las tantas sopas que los mexicanos consumen, y puede tener pollo, rábano, lechuga, pedazos de tortilla. Pagar USD 3 por un buen plato caliente antes de ir a dormir, es una bendición para cualquier mochilero, más si está con síntomas leves de gripa como yo. Veremos si el tecito VitaPyrena me da una mano.

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