Lunes 24 de enero de 2011
Teotihuacán
Anoche decidí ponerle a un pedazo de tortilla una gota de la salsa verde que me habían traído para abrir el apetito, y picaba tanto que me zumbaron los oídos.
Por algún motivo inexplicable, mi celular estaba un día adelantado, lo cual develó el misterio de por qué no me había sonado la alarma a la hora que yo quería ningún día. Una hora más tarde de lo planeado, entonces, partí hacia Teotihuacán, el impresionante sitio arqueológico teotihuacano, releído por los aztecas como lugar sagrado.
Excelente consejo el de Lilo, el restaurante La Gruta resultó inolvidable. Como su nombre lo indica, usa la estructura de una caverna para disponer las sillas y manteles multicolores. La suprema rellena con cuitlacoche en salsa poblana estaba deliciosa.
No sé por qué las malditas botas de trekking me lastimaron los pies, algo que no debería suceder, puesto que no son nuevas y ya las he usado en otros viajes.
En la Terminal de Ómnibus del Norte hay empresas que ofrecen servicios a Chicago, Los Ángeles, Houston. Se me ocurre que debe de ser interesante hacer el viaje y observar el cruce de frontera.
Así, el día termina con un balance tan a mi favor que incluye haber visto el mundo desde la cima de la Pirámide del Sol, la tercera más grande después de Keops y Cholula.
(La familia que administra el hostel son lo más buena onda que existe, pero son gorditos todos, y no se privan de nada, durante este tiempo de redacción se engullieron postrecitos, mantequilla de cacahuate, snacks, etc...).
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