Sábado 29 de enero de 2011
Chapultepec, Tlatelolco y Café de Tacuba
Me dice la señora del hostel que soy uno de los mejores viajeros que conoció: voy a todos los lugares, me levanto temprano para aprovechar el día, estoy informado de todo, etc. Me voy lleno de orgullo a encarar mi último día en el DF.
Evito el metro y me voy caminando hasta los Bosques de Chapultepec. Camino la inmensa avenida Paseo de la Reforma hacia el Poniente y tomo como primera parada el Castillo de Chapultepec. En la demencial historia de este país, hay un pasaje más que curioso: en cierto momento, para reordenar el caos que se vivía, se solicita una intervención francesa, que deriva en proponer al archiduque austríaco Maximiliano de Habsburgo ser Emperador de México, para lo cual, previamente, se declara al país Imperio. Así, este hombre de 31 años llega a México ungido con el título de Emperador. Como era de esperar, su dominio duró muy poco tiempo y acabó fusilado. Pero de ese tiempo se conserva su residencia, en lo alto de la colina de Chapultepec, que luego fue usado como residencia de verano por el dictador Porfirio Díaz. Actualmente es el Museo Histórico Nacional.
Luego fui al colosal y magnífico Museo Nacional de Antropología, gigante y completísimo, con piezas de todas las culturas indígenas que ha habido en esta tierra. La sala Maya es simplemente espectacular. Se nota que en este país invierten mucho en museografía. El museo es tan detallista, que al rato me sentí cansado y aburrido. Fue, no obstante, una buena introducción para lo que viene después: la ruta maya, que en algunos días emprenderé, previo paso por Guanajuato y Chiapas.
La gran sorpresa del día vino después. Me dirigí a la llamada Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, lugar donde el 2 de octubre de 1968 tuvo lugar la Masacre de Tlatelolco. En plena revuelta estudiantil del 68, cientos de jóvenes de dispusieron a un mítin en la plaza, y fueron acribillados por el ejército. Al día siguiente, y en los sucesivos días, ningún medio de comunicación mencionó el tema. El gobierno del PRI, que gobernó 80 años México, desde la Revolución Mexicana hasta el 2000, paradójicamente hijo de la Revolución Mexicana y luego paladín de la corrupción y el mal gobierno, logró esconder la masacre hasta hace pocos años, cuando se empezó a investigar. Se calcula que murieron unos 400 jóvenes. La trampa fue siniestra: desde días antes el ejército había ocupado varios departamentos de edificios circundantes y apostado francotiradores. Al lado de la plaza, en el Centro Cultural Universitario, está el “Memorial del 68”, un espacio dedicado a relatar con extremo detalle toda la historia de la revuelta estudiantil, con videos de testimonios de sobrevivientes y un panorama general de la década del 60 en el mundo.
Cuando estaba en el video final, con los testimonios del momento de la masacre propiamente dicho, y mientras en la pantalla hablaba una mujer, una voz me dice “esa soy yo”. Me doy vuelta, y veo a la mujer del video sentada. Nacha era una de las dirigentes estudiantiles de la CNH (Comisión Nacional de Huelga). Me acerqué a charlar con ella, y muy entusiasmada empezó un relato que parecía un desahogo. Terminé llorando y apretándole muy fuerte la mano. Me contó de cómo escapó de la muerte, de cómo fue presa luego y por dos años, de sus tiempos de estudiante, de los compañeros que había perdido, de su lucha para pedir justica, que ahora derivó en un pedido de intervención de la OEA. Es increible que nunca se haya hecho justicia, siendo inclusive un hecho acontecido en democracia. Nacha estaba allí porque acompañaba a dos historiadores alemanes que hacían una tesis sobre la Masacre. También conversé con ellos y hablamos de la dictadura argentina, de Latinoamérica, etc. Me despedí de ellos agradecido de la charla y de la oportunidad de haberlos conocido. Sin duda, esta será una de las grandes anécdotas del viaje.
Terminé el día en el clásico Café de Tacuba, un Tortoni versión mexicana, tomando café con leche gigante y una tostada (tortilla de maíz, palta, pollo, tomate, lechuga, quesos varios, etc.), con derecho a mariachis.
Para volver, 15 minutos de fila (siendo sábado a las 7pm) para comprar boleto de metro. Mañana, muy temprano, parto hacia Guanajuato. Me acabo de enterar que se inauguró esta semana un museo llamado “De La Tolerancia”, sobre todos los genocidios cometidos en el mundo, con material de video elaborado por el estudio de Spielberg. Lamentablemente no voy a ir, pero trataré de hacerme una escapada a la vuelta. Mitzea (o como se llame, yo la re-bauticé “Cumbio”, porque es igual, se trata de la chica del hostel) fue hoy y me dijo que es excelente.
Mañana me levanto muy temprano. Había armado la mochila muy mal al salir de Buenos Aires. Hoy la re-armé y ahora me sobra bastante espacio.
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