Martes 25 de enero de 2011
Puebla y Cholula
La charla con Albert, el catalán, transcurre del siguiente modo: él sólo va a estar en México 15 días porque tiene que ahorrar, ya que al volver a Barcelona no sabe si va a tener trabajo. Yo, me quedo 2 meses porque estoy con mucho trabajo, lo cual redunda en sobrante de dinero y necesidad de descanso. O los ciclos del capitalismo. O en versión Checho: el hambre cambia de lugar. Hace 10 años la charla hubiera sido al revés.
Viaje de 2 horas hasta Puebla, con conexión a Cholula. La pirámide de Cholula es la segunda más grande del mundo, perdiendo sólo con Keops. La tercera es la del Sol de Teotihuacán, sobre la que caminé ayer. El caso es que la de Cholula no está excavada, así que parece un cerro pequeño. En la cima hay una iglesia preciosa. Lo interesante de esta pirámide es el túnel interior, “espeluznante” según la Lonely Planet, pero lamentablemente está en reparaciones, así que me quedé con ganas de recorrerlo.
La ciudad de Puebla, de 1,5 millones de habitantes, es un encanto colonial. Caminar por sus calles me terminó de hacer entender que mi próximo destino tiene que ser diferente; entre Bolivia y Perú, y ahora México, ya me estoy cansando de las ciudades coloniales. Comí en la calle unas papas fritas enrojecidas por un ají que “no picaba” y que me anestesiaron la boca hasta entrada la noche. La facultad de psicología de la BUAP (Benemérita Universidad Autónoma de Puebla) tiene una currícula tan diferente a la UBA que pareciera que se trata de dos carreras diferentes. Recorrí sus pasillos comiendo las nombradas papas fritas.
El servicio de ómnibus de larga distancia en México es excelente. Hay varias estaciones conforme el destino al que se dirigen los buses, conectadas al metro, con pre-embarque, butacas cómodas y televisores, llamada por micrófono y masajes antes de subir (bueno, en realidad es un cacheo para comprobar que no subas con armas).
Debo decir que ahora soy un fanático de las guías Lonely Planet. Te solucionan la vida, se gana tiempo y todo se agiliza. Leí toda la información sobre Puebla y Cholula en el viaje de ida, y luego me orienté con los mapas que trae. De Cholula a Puebla hay que tomar un ómnibus interurbano, y gracias a las indicaciones de la guía me bajé en el lugar correcto.
Para sumar a la decepción de no poder atravesar la pirámide de Cholula, el principal museo de Puebla estaba cerrado. La sala de la exposición permanente del Museo de Arte Virreinal, en reparaciones (pero como premio consuelo se podían visitar las de exposiciones temporales, donde había una interesante muestra sobre Star Wars –sí, en el Museo de Arte Virreinal-).
Fe de erratas: la sopa se llama pozole, y no rozole. Error tipográfico.
La habitación hoy es un caos, no sé qué pasó acá.
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