martes, 1 de febrero de 2011

día 11 - Guanajuato


Lunes 31 de enero de 2011
En un ómnibus rumbo a Chiapas

Noto que algunas personas, que por su aspecto puedo inferir se trata de gente humilde, me miran extraño a causa de mi mochila gigante y mi aspecto de “gringo” (aunque no lo parezco, pero para los ojos mexicanos sí: se dirigen a mi sistemáticamente en inglés). Pienso que tal vez no entiendan el concepto de “viajar por placer”. En los tiempos pre-capitalistas, las personas se trasladaban a causa de hambrunas o de guerras, la idea del “turismo” es claramente capitalista. Una parte del mundo vive aun en la Edad Media, por sus condiciones de alimentación, higiene, etc. Y en este sentido, el viajar no escapa a eso. Mucha gente vive en la Edad Media: viajan sólo por supervivencia. Con esos ojos me miraba una chica que tenía unos sobres de radiografías en la Terminal de Autobuses Norte del DF. Infiero había viajado a la capital por cuestiones de salud. ¿Qué se imaginaría al verme con la mochila y mi sombrero? ¿Entendería que viajo porque quiero?

Hoy fue un día de escala técnica y traslados. Anoche, Guanajuato nocturna no podía ser más linda, con sus restaurantes con música en vivo, mesas en las calles, candelabros y estudiantes disfrazados preparando las callejoneadas (estudiantinas).

Mi desayuno incluyó frijoles refritos y huevos con chile, cebolla y jitomate. Es que no voy a almorzar. Pero es una jugada fuerte. Aprovecho el último día del mes para liquidar la cuponera de Vip`s. Al pagar, me dan dos cuponeras más, para febrero. O sea que me esperan más comidas en Vip´s.

Cambio dólares en el centro, como para tener pesos los próximos diez días, y luego me siento en la agradable terraza de Casa Bertha para enviar diversos mails de trabajo y pagar la tarjeta de crédito.

Me despido de Guanajuato con el sabor amargo de no haber aprovechado todo lo que tenía para ofrecer, pero por otro lado estoy contento de empezar otra etapa del viaje, claramente más exótica. Me espera Chiapas, y luego la Península de Yucatán. Abordo un camión rumbo al DF, 5 horas de viaje, relajado por primera vez, ya que no tengo que “aprovechar” el viaje para traducir.

Luego de esperar dos horas en la Terminal Norte y recibir llamada de Checho, subo a este autobús de la famosa empresa ADO rumbo a San Cristóbal de Las Casas, Estado de Chiapas. El servicio de buses de larga distancia en México es sobresaliente, pero este bus en que viajo es apenas “normal”. No sé si era así el servicio, porque yo elegí por el horario. No tiene ninguna de las comodidades que tenían los otros buses en que viajé y que vi. Y supuestamente ADO es la mejor empresa. Por lo menos viajo solo, y tengo bastante sueño. Anoche dormí mal porque tenía mucha flema y mocos, a causa del frío nocturno de Guanajuato.

Algunas diferencias idiomáticas que me causan gracia: “no se recargue en el vidrio” (no se apoye en el vidrio); “por favor lavar sus trastes” (por favor lavar su vajilla); “no azote la puerta” (no golpee la puerta); “terminal camionera” (terminal de ómnibus).

Me estoy dando cuenta de que la comida mexicana es siempre la misma, la misma combinación de cinco o seis ingredientes, en diferente orden o presentación.

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